LA VULGARIDAD
ES HIJA DEL
INDIVIDUALISMO
Según el DRAE,
vulgaridad significa “especie, dicho o hecho vulgar que carece de novedad e
importancia, o de verdad y fundamento”; y vulgar es tipificado como un
“adjetivo que denota algo impropio de
personas cultas o educadas”. Diremos que vulgaridad resulta ser la manifestación
extravagante del yo.
¿Cómo se origina?
La vulgaridad (como lo indica el Dr. Johan Leuridan, USMP) "es hija
de la lucha por la liberación del hombre occidental durante los tres últimos
siglos.... Ha sido una pelea contra la opresión, la coacción y la ideología que gravitaba sobre el yo. La crítica nihilista (comenzado por F. Nietzsche, a partir de fines
del XIX, ha deslegitimado las costumbres, creencias colectivas (en especial la familia, la religión y el patriotismo) y las ideologías y ha derribado el principio de autoridad (el padre, el profesional, el maestro, el dirigente
político, el sacerdote, etc.), que funcionaban como eje en torno al cual giraba
toda la rueda social. El yo se ha descubierto como una totalidad subjetiva y ya
no se deja asimilar, como antes, a una función social. Surge un concepto de
subjetividad que se identifica con la extravagancia, libertad sin límites,
originalidad, espontaneidad, rebeldía y exaltación de la diferencia. Y se ha
generalizado en nuestra época como norma única de la autoconciencia subjetiva, o también camuflada "libertad".
El subjetivismo se arregló una moral que atribuía así mismo una autonomía inviolable
de toda interferencia. Y ha desembocado en la notoria ausencia contemporánea de
cualquier intento de moral privada prescriptiva. El nihilismo antisocial,
marginal en sus comienzos, ha sido popularizado en tendencia dominante de los
movimientos contraculturales del siglo XX. Surgió el escepticismo a las
instituciones del Estado. La subjetividad no se integra en el Estado..."
El mundo se compone
ahora de millones y millones de excéntricos satisfechos de serlo, en pos de su
auto realización personal y excusados de la virtud. Por lo tanto, lo que caracteriza
más profundamente la vulgaridad actual es, desde luego, el sentimiento de igualación
de cada miembro dentro de la masa, todos idénticos en su pretensión de ser
únicos, felices y sin miedo a nada ni a nadie. Hoy sólo somos capaces de ver, en el espacio exterior, una monótona
inmensidad de materia inerte y, en lo íntimo del psique humana, perversos
instintos y pulsiones destructivas. Respetable por la justicia igualitaria que
la hace posible, la vulgaridad puede ser también, desde la perspectiva de la
libertad, una forma no cívica de ejercitarla, una forma, en fin, de barbarie.
Imposible edificar una cultura sobre las arenas movedizas de la vulgaridad,
ningún proyecto ético colectivo es sostenible si está basado en la barbarie de
ciudadanos liberados pero no emancipados, personalidades incompletas, no
evolucionados, instintivamente auto afirmadas y desinhibidas del deber (Cf. Johan Leuridan).
El filósofo alemán,
Odo Marquard formula la mentalidad de la filosofía postmoderna de la siguiente
manera: "Lo que antes era bueno ahora es malo. Hay una malignización de lo bueno
tradicional. Nada válido, auténtico, verdadero se libra de la sospecha de no
serlo… El mal se hace bien en la misma medida que el bien es desenmascarado
como mal… El progreso moral de la libertad ha existido en la transgresión de
las normas de la sociedad represora pero se avanzó hacia el subjetivismo. La
ampliación de la esfera de la libertad no garantiza un uso cívico de esa
libertad ampliada. Abusamos, con sobrado énfasis, del lenguaje de la liberación
cuando lo que urge es preparar las condiciones culturales y éticas para la
emancipación personal. Al pretenderse diferentes, se confirman pertenecientes
al montón de la medianía sin virtud...".
Continuará…
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