LUEGO DE TAL O
CUAL DESASTRE NATURAL O HUMANO, LA VACUNA CONTRA TAL O CUAL PANDEMIA ¿QUÉ?
Realmente ¿De qué estamos hechos los seres humanos?
¿No escarmentamos frente a los problemas que nos revelan nuestro ser finitos?
Las lecciones que nos traen los desastres naturales (terremotos, huracanes,
inundaciones, sequías, incendios, meteoritos…) desastres humanos (guerras,
genocidios, corrupción…) y pandemias (pestes, virus, bacterias…) son el
recordarnos que somos frágiles, expuestos al misterio que causan daños irreparables
y que siempre apostamos tener ya dominadas con las prevenciones. Pero, nos
equivocamos y no aprendemos que no solo se puede vivir de la razón, sino, y
mucho más, del amor, de la solidaridad, del cariño… Aun así no entendemos,
hasta satanizamos todo lo divino del ser humano. Luego de cada desastre en
general reaccionamos como si la hubiéramos superado para siempre y ya no fuera
a repetirse más. ¿Qué hace que el ser humano vuelva a su vómito? ¿Acaso los
caprichos, las vanidades, los placeres que les atribuimos derechos humanos? La
naturaleza es la enseñanza más sabia que podemos imitar, pero la forzamos hasta
sacarle la vuelta y ella nos responde dándonos donde más nos duele: nuestra
fragilidad: la muerte, el dolor, el miedo.
En vez de reconocer nuestra fragilidad, y asumir
nuestro ser espiritual, confiamos en el poder de la ciencia. Y la ciencia, por
supuesto es admirable y muy necesaria; pero, la idolatramos, ponemos en ella
toda nuestra confianza y olvidamos que es característica suya el que cada
respuesta que da, suscita una nueva pregunta, y cada problema práctico que
resuelve acaba dando a luz un nuevo problema. Este positivismo que nos está
destruyendo nos alcanza soluciones pasajeras, y con ella surgen otras
necesidades. De tal modo, que el ser humano, hambriento de saber, gozar,
mostrarse, a este paso, se va haciendo un harakiri (muerte por "honor") que, algún día, no viviremos
para contarlo.
Además de frágiles, somos crueles, ya que nuestra
normalidad consiste en ocultar nuestra vulnerabilidad. De las desgracias
humanas sacamos réditos personales, ¿y para qué? Por puro placer. Total razón
tenía el señor Hobbes al decir “homo
homini lupus est”. Y más razón tenía el Señor Jesucristo al decir: “Ama a
Dios y ama a tu prójimo”. Y tenía razón el señor Descartes al decir: “cogito
ergo sum”. La respuesta a todas estas frases está en lo que Aristóteles dijo:
“el justo medio” ser prudentes. Son las virtudes más que las razones quienes
nos humanizan. Pongamos en práctica el ser humanos: pensar, amar, servir, crear…
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